martes, 17 de diciembre de 2013

Lazos amarillos por los que tienen que marchar

                                                   
                                   Hoy hace un año que mi hijo se fue a Londres. Vive y trabaja allí porque aquí carece de oportunidades. A mí se me parte el corazón cuando llega Navidad y él no puede venir. Los políticos dicen que no es un emigrante, sólo hace movilidad laboral o que quizá sólo busca aventuras, hay que ver que cara tienen.  Mi hijo, como todos los que han tenido que emigrar, son soldados en esta maldita guerra económica en la que nos han metido. Luchan por su futuro, aquel que aquí en nuestro querido país se les niega. Por todo ello en la ventana de mi casa ondean dos lazos amarillos, uno por mi hijo y otro por su novia, igual que los que se colocaban en el viejo roble de la canción, para que si algún día pueden volver sepan que se les espera con cariño.
                                    Me gustaría que todo aquél que tenga un ser querido fuera, colocara un lazo amarillo en su ventana. Ojalá consiguiéramos una marea de lazos amarillos en nuestras casas capaz de avergonzar a los responsables de esta situación.
                                   Todo esto por Aitor, mi hijo, Marisa, su novia, Robert, su amigo, MIguel y Alejandro, hijos de mi amiga Cati, Jose, hijo de mi amiga Manoli y tantos y tantos otros.
                                   



                                














                                                         

1 comentario:

  1. Mari, estoy totalmente de acuerdo contigo!!!
    Me uno a tu lazo amarillo.
    Besitos.

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