Llegamos a casa después de un viaje.
Las maletas a rebosar de cosas para lavar.
Voy al cesto de la ropa sucia y me doy cuenta
en ese mismo momento de que es horroroso.
Suelto inmediatamente la montaña de prendas
que llevo en las manos y lo ataco vilmente como
si no hubiera un mañana.
Primero, pintura acrílica blanca a brochazo limpio, tampoco
importa mucho si se le ve el terrible color marrón con el que
llegó a casa hace mil años.
Una silueta de cactus hecha con cartulina a modo de stencil
y pintura en spray de color verde hierba
 |
Con un rotulador permanente dibujo las nervaduras del cactus |
Por delante, por detrás, por el lado, por arriba... por todos lados
cactus, hay que aprovechar que están de moda.
Unas pequeñas flores en goma eva y a poner la lavadora,
que ya me he despistado bastante y las tareas domésticas
se me acumulan.
Me sigue gustando poco poner la lavadora, pero miro el
cactus y chicas, parece que lo hago con otro ánimo.